Hasta el 2007, NOMOS Glashütte fabricaba sin estridencias relojes mecánicos para amantes de la relojería de todo el mundo. Poco a poco, había comenzado a acumular fama por sus diseños y la precisión de su maquinaria, ganando docenas de premios por el camino.
Aun así, la compañía no era totalmente independiente, una meta virtualmente inalcanzable dentro del mundo de la relojería. Una empresa situada en Suiza, perteneciente a una corporación multinacional, suministraba (y sigue haciéndolo) a una gran parte del mundo de la relojería los llamados escapes: el corazón y el marcapasos de los calibres de todos los relojes mecánicos. Sin un escape, un reloj no puede funcionar.
Hoy en día, solo unos pocos especialistas saben cómo construir uno; o bien este conocimiento sigue guardado con demasiado celo o se ha perdido por el camino. No hay apenas literatura o fórmula matemática a la que acudir, ni están a la venta las herramientas para confeccionarlos. Los relojeros de Glashütte de antaño contaban con la experiencia necesaria, pero la llegada de la revolución del cuarzo en los años 1970 y 1980 hizo que las habilidades y el equipamiento de la ciudad se desvanecieran por completo de la ciudad.
Ha llovido mucho desde entonces, y los consumidores han vuelto a apreciar la destreza técnica y la belleza de los relojes mecánicos, pero muchos de los que sabían cómo construir un escape ya no se encuentran entre nosotros. NOMOS Glashütte decidió cambiar la situación: junto con la Universidad Técnica de Dresde emprendió la hercúlea tarea de desarrollar un escape propio. Y se independizó por completo durante el proceso.
Los escapes son componentes extremadamente refinados: no hay ninguna otra pieza en los relojes mecánicos que acepte tan poco margen de error. El áncora y el muelle de compensación deben funcionar de forma fluida entre sí y los dientes de la rueda de escape deben ser perfectamente concéntricos. El más mínimo error haría que el escape no funcionase. En pocas palabras: conllevan muchos años de estudio intenso, experimentos complicados y prototipos fallidos.
No obstante, rendirse nunca fue una opción. El escape definitivo, bautizado como Swing System de NOMOS, fue presentado en Baselworld en 2014 como el corazón del modelo Metro de NOMOS. NOMOS Glashütte ya era oficialmente capaz de algo a lo que las otras compañías apenas podían aspirar: crear un escape hecho en sus talleres y producido en serie. «Alcanzar este logro fue casi como poner un pie en la luna», aseguró Uwe Ahrendt. FAZ, el famoso periódico alemán, sugirió que «incluso Apple observa con atención» a la pequeña compañía relojera de Glashütte.
Metro fue tan solo el primer modelo en funcionar gracias al Swing System de NOMOS. Desde entonces, NOMOS ha comenzado a equipar a todos sus calibres (de fabricación propia, de más está decirlo) con este sistema.